Cospelito no hace una bien

Nunca entendió la naturaleza de su rol en el juego de poder en la ciudad, ni prestó atención a los detalles: siempre sintió que, estar en política, equivalía a tener impunidad.

Ya desde temprano se formateó así, quizás le venga desde sus inicios cuando, denunciado por Telefónica de Argentina por apropiarse de los cospeles de un teléfono público en la peatonal San Martín, fue exonerado de toda responsabilidad por un creativo fallo del ex juez de cámara Julio Pettigiani. Era robo, pero el magistrado interpretó que, al no haber ingresado los cospeles en el cofre del teléfono, aún no eran propiedad robada. ¿Los argumentos fuera del expediente? «Y, ¿qué querés? Era un pibe, y no la pasaba bien». En realidad, ya en ese entonces gozaba de protección política, y mediática. Hoy, en su rol de líder de los restos humeantes de lo que fuera Acción Marplatense sigue gozando de protección, aunque hay grietas en el muro.

Antes de avanzar en el detalle de esas grietas, rememoro una exclusiva de N&P: en 1999, Blas Aurelio Primo Aprile iba por su reelección y Gustavo Arnaldo Pulti decidió ser el challenger en una contienda electoral que el primero ganó de forma aplastante. Durante la campaña, un grupo de empleados de limpieza del palacio municipal se acercó para contarme detalles de su situación laboral, revelando que la empresa que tenía el contrato del servicio, cuyo rostro visible era un sujeto conocido como «Garrafa», pagaba mal, daba cheques a fecha que no cubría y, ante las quejas, señalaban que decía «no se metan conmigo, que mi socio es Pulti». La publicación de marras lo sacó de quicio, y se presentó en la 99.9 para pedir un derecho a réplica, el cual le otorgué: durante 15 minutos, me vituperó, sin poder rebatir lo publicado. Bien que se cuidó de querellarme.

El tiempo pasa: deuda con financieras, cheques caídos por años, deudas en pagaré a mecenas que aún los guardan como prueba de sus dichos. Ni que hablar del chalet de la valle Viamonte al 1300, denunciado por el hoy desaparecido fiscal Gustavo Blanco, cuyos colegas de la fiscalía 10 dejaron prescribir.

Protección: divino tesoro para la impunidad. Sin embargo, todo cambia: una denuncia del secretario de Gastronómicos, Pablo Santín, dejó expuesto al ex intendente de modo contundente. Un negocio gastronómico que todo actor público de la ciudad sabe que le pertenece, ubicado en la calle Cuba al 800. En declaraciones a los medios, Santín señaló: «Detectamos a 32 trabajadores sin registrar en este local clandestino. A raíz de la clausura labrada por Inspección General y Bromatología, junto a AFIP y el Ministerio de Trabajo, se comprometieron a regularizar a todos los trabajadores por intermedio de su abogado». El abogado, es Adrian Alveolite.

Es un dato que, al concluir su mandato —siendo derrotado por Carlos Fernando Arroyo—, Pulti inició un negocio gastronómico sobre avenida Luro entre San Luis y Córdoba —que fracasó rápidamente— y esta unidad de elaboración de comidas. Su modo de hacer las cosas por fuera de marco de las normas es inexcusable. Los empleados, ante la presencia de AFIP, Ministerio de Trabajo e Inspección General, le decían a los presentes: «¡Eh! ¡Che! ¡Miren que esto es de Pulti!». Y, sí. 32 empleados no registrados. Ergo, sin aportes jubilatorios, ni seguro de trabajo y cobrando en negro. Es Pulti, claro está.