A 22 años de la toma de la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia que puso a Mar del Plata en el centro del debate sobre la pobreza —y sobre la vileza del uso de la misma— los aspectos centrales que desarrollé en este mismo espacio siguen vigentes, de un modo que refleja la brutalidad de este fenómeno empobrecedor que malas políticas públicas por un lado, y movimientos piqueteros por el otro, empujan en una sinergia de millones.
En aquella oportunidad, la catedral fue finalmente desalojada por un grupo liderado por el ex integrante del servicio de inteligencia del ejército Ricardo Oliveros. Poco antes de eso, un ardid periodístico me permitió poner al aire en la radio a Emilio Alí quien, a la segunda pregunta, pidió que la posta la tomara “el compañero Berrospe”. A mí me llamaban la atención las entrevistas que daban a diario y a todas horas estos aventureros travestidos de luchadores sociales, en particular para medios que no poseían móviles, lo que hacía obvio que las mismas eran vía telefonía celular.
En esos años, el servicio de telefonía celular era prohibitivo por las tarifas escandalosas y en dólares. El dúo de reclamantes por la dignidad de los empobrecidos trastabilló cuando les pregunté: “¿Usted está en un teléfono celular?”. Berrospe colapsó en un balbuceo cuando le pregunté quién pagaba la cuenta.
El celular se los pagaba un dirigente de izquierda, que se desempeñaba como vendedor de seguros de la Cooperativa Rivadavia. Estaba claro desde el inicio que esta “nueva dirigencia” tenía nexos claros con los minúsculos pero movedizos partidos de izquierda, alimentados desde aparatos coordinados por el Fondo Movilizador de Fondos Cooperativos, súper estructura del PC en la Argentina. El mismo PC que fue socio privilegiado de la dictadura.
De aquellas corridas y presiones sobre supermercados, que fueron los inicios de un armado que se basaba en obtener recursos del Estado para garantizar el statu quo, hasta los millones que hoy maneja el movimiento “Evita”, han pasado 22 años hasta llegar a este presente en el que la oligarquía integrada entre otros por Fernando Navarro —más conocido como “el chino”— y Emilio Pérsico, sólo para pagar micros, disponen de millones.
El caso de los piqueteros que portaban en una camioneta las cañas y banderas, detenido por gendarmería en Luján, destapó esta cuestión que, a pesar de ser obvia, no suele ser expuesta de modo tan evidente: manejan millones, y la vida de ningún pobre han cambiado para mejor.
En estos días, con el tono propio de la épica pobrista, los grupos que están fuera del reparto de millones que garantiza el gobierno integrado por el Frente Piquetero, el Polo Obrero, Votamos Luchar, y el MTR, cortaron calles y se manifestaron ante la municipalidad, en tanto que el grupúsculo Nueva Esperanza ocupa la calle Santa Cruz entre la costa y XX de Septiembre, haciendo un infierno de la vida de los vecinos mientras exhiben su prepotencia ante Desarrollo Social de la nación. Las imágenes expuestas en la 99.9 revelaron una estructura de camionetas de alta gama, autos ídem, y motos de alta cilindrada.
No es la pobreza: es un sistema que empobrece, destruyendo la iniciativa y la inversión privada, y que empuja a la colectivización a millones de pauperizados que terminan siendo manejados por una nomenclatura castro chavista que puja sistemáticamente por la toma del poder, empelando para ello los recursos del propio Estado.