Lo acontecido en el recinto del Concejo Deliberante el pasado jueves 2, constituye una de las jornadas más oscuras del presente democrático de la Argentina. No es sólo el peso de la destitución de Vilma Baragiola como presidente del HCD, promovida desde una maniobra vil y mendaz (la cámara oculta y su edición), sino el escenario de poder mafioso desplegado por el intendente Gustavo Arnaldo Pulti, uniendo la concentración de comunicación mediática pagada con recursos de los contribuyentes, con el ejercicio de la violencia por grupos controlados por él, a través de actores políticos de Acción Marplatense.
A la destitución de Baragiola concurrieron con entusiasmo febril y bobo tanto los concejales de Sergio Massa como los del Frente para la Victoria; entusiasmo que ha entrado en un in crescendo al sumarse los ediles del FPV a AM en su pedido de que se investigue a Carlos Pampillón, a quien un conjunto de acciones perpetradas por el grupo de choque de Pulti ha colocado en la escena nacional como el responsable por definición de los eventos violentos de ese día de furia en el departamento deliberativo de la ciudad.
Huelga decir que las actividades de Pampillón, por todos más o menos conocidas, no conducen por un sendero de convivencia cuando cae en planteos de repudio del “otro” como el distinto por su origen o color. Menos aún con cualquier actividad que tenga que ver con ideas apegadas a nacionalismos fuera de tiempo y espacio en la democracia argentina. Todo ello habla a las claras de lo fácil que es denunciar a Pampillón y calzarle el traje de la responsabilidad exclusiva y excluyente de lo ocurrido.
Lo acontecido en el Concejo es responsabilidad exclusiva de Gustavo Arnaldo Pulti, líder no ya de un grupo político sino de un entramado mafioso de temer. Fue Débora Marrero quien hizo ingresar al Concejo al grupo de choque, y hay testigos que citan haber visto al concejal Héctor Rosso darle luz verde al ataque a Pampillón, en la búsqueda de que éste proveyera los títulos de días posteriores, y así correr del foco de la atención ciudadana el verdadero acontecimiento de la política local.
El hecho relevante fue la expulsión de quien legítimamente ocupaba la Presidencia del Concejo en el cierre de una maniobra de inteligencia ilegal operada por el otro grupo que forma parte de la trama mafiosa que opera y digita Pulti en Mar del Plata: hay un grupo pagado, también con fondos públicos, que actúa en las redes sociales, utiliza cámaras ocultas y busca montar escenarios vendibles y rentables mediáticamente en operaciones de acoso y derribo. El grupo que ingresó a hacer presión bajo las órdenes de Rosso responde hoy a Martín Aiello, quien los heredó de Alejandra Urdampilleta y fueron introducidos como tropa de choque por Fernando Gauna. Este grupo (ver fotos en sección Actualidad) proviene de una villa ubicada en el barrio San Martín, y varios de los presentes en esos actos de presión mafiosa portan amplios antecedentes penales, al igual que los detenidos por las pintadas injuriantes respecto de la persona de Baragiola.
No estuvieron ni Martín Sánchez -jefe del grupo de choque de Camioneros- ni la tropa de los hermanos Trujillo de la UOCRA. La diversidad de recursos que exhibe Gustavo Arnaldo Pulti -control de medios, grupos de choque- lleva rápidamente al esquema de poder con el cual impuso su poder Adolf Hitler en la Alemania del 30. En su decálogo de la acción política, Joseph Goebbels decía en el acápite número 9: “Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”.
Nada es casual, todo proviene de una orquestación causal. Quien quiera oír, que oiga.