Así cierra el dicho que hace referencia a aquello de que en boca del mentiroso, aun la más lata verdad adquiere el tinte de la duda. Gustavo Arnaldo Pulti miente tanto, que cualquiera que lo escuche hoy, pone en duda sus asertos.
Recién se descorría el velo de los datos en la elección del domingo próximo pasado cuando lanzó a boca de jarro un hipotético triunfo de AM, planteando que Alejandro Ferro había sido el candidato más votado de la ciudad. Un coro de repetidores se lanzó por la misma vía: “Ganamos en toda la ciudad, somos la fuerza predominante”. Y la fantasiosa afirmación de la concejal Débora Marrero, “Ferro fue el más votado en los barrios”, fue la frutilla del postre.
Lo que ha ocurrido en Mar del Plata tiene una lógica implacable. Gustavo Arnaldo Pulti, junto a un conjunto de ex integrantes del MID y la UCD, más luego una facción del socialismo democrático -Juan Anastasía fue concejal por AM- representaron alguna vez a los sectores más conservadores de la ciudad. Sin embargo, el posterior giro hacia el FPV y la integración del propio Pulti y su gente al eje del Gobierno nacional, alejaron esa base de votos y lo colocaron en la posición de disputar el voto peronista de la ciudad.
Escucho interrogantes, afirmaciones. Que la gente señaló que no quiere darle la primacía a nadie, que votó un castigo. Que los votantes buscan algo nuevo en la ciudad… Pero no hay nada nuevo aún. Lo que podría ser nuevo está en ciernes, y lo que se ofrece de manera más nítida como opción política, es visto como más de lo mismo. Nadie como oposición se ha destacado tanto como para ser Némesis de AM. En rigor, la partición del voto de las PASO revela una sola elección excepcional: la de Carlos Fernando Arroyo. Nadie acierta a entender cómo, sin el apoyo del diario La Capital, sin campaña en los canales abiertos y sin pegatina callejera, la lista encabezada por Arroyo quedó a dos puntos de AM. Y aquí hay una respuesta cierta: todo ese sistema es una mentira que drena recursos y alimenta la fantasía de que sin dinero a espuertas no se puede hacer política.
El tramo que queda de aquí a octubre debería significar la posibilidad de conocer fondo a quienes se están ofreciendo para el cargo público de representante de la ciudad. Emiliano Giri, Cristian Azcona, tienen una formidable tarea: ser lo nuevo y que les crean.
Gustavo Arnaldo Pulti está desesperado. Sabe que cuando mucho repondrá dos concejales, pero perderá seis, y con ello la mayoría automática en el Concejo, y lo que es peor para su avaricia, una parte gruesa de la caja que lo alimenta. Intentando apuntar hacia el foco esencial de la preocupación ciudadana, la inseguridad, anuncia que va una vez más por la policía municipal. Y dice: “El proyecto no está descartado ni mucho menos, sobre todo teniendo como compañero a un hombre de las características de Insaurralde, que conoce esa cuestión como pocos”. Esto sí que es toda una novedad: Insaurralde no sólo sobrevivió al cáncer, también es un experto en seguridad. No le alcanzó al intendente que peor elección hizo en la quinta sección electoral con este acerto perogrullesco, sino que abundó: “Cuando se ponga el proyecto a evaluación de los ciudadanos, lo que ya no va a estar es la tasa impositiva. La gente no rechazaba el proyecto de municipalización policial sino el agregado de nuevos impuestos. Pues bien, esos impuestos ya no van a estar” . ¿Y entonces? ¿La sobretasa era nomás para enjuagar el ya inocultable déficit grotesco de las finanzas municipales? La respuesta es bien evidente.
No sólo lo cierto; todo en boca de Pulti es dudoso.