Lotería

El fiscal Rodolfo Moure dice en el aire de la 99.9: “Cada día gira el cilindro en el que ruedan los números de un sorteo que si nos toca nos hace víctimas de la inseguridad”. Y agrega: “el mismo número puede salir más de una vez”.

El decir viene a cuento de un episodio de inseguridad que sacudió a Moure personalmente, e implicó un raid delictual de un grupo de menores entre 15 y 17 años que transitaron buena parte de la ciudad de manera impune cometiendo diversos hechos delictuales hasta llegar a enfrentarse a tiros con la policía en la vía pública.

Los eventos referidos a Moure se dieron en la zona de la Loma de Stella Maris, en tanto que el enfrentamiento con los menores armados se dio en la calle Udini al 1600; entre uno y otro sitio median 8.1 kilómetros, y el tiempo de tránsito entre ambos puntos de la ciudad ronda los 20 a 23 minutos. En ese lapso asaltaron a un vecino que ingresaba su camioneta al garaje, forcejearon y le robaron un celular, atracaron a un repartidor de delivery y finalmente se apoderaron de un C3, que sumado al Bora también robado en el que circulaban, hace a la suma del daño que provocaron, sin que, milagrosamente, arrebataran la vida de ningún involucrado directo o eventual.

Obvio es que el daño provocado a los vehículos no lo paga nadie, ya que las compañías de seguro en estos casos no se hacen cargo. Por las mismas horas, una vecina en el barrio Puerto era asaltada en su casa, y sufría el despojo de dinero en efectivo, a sólo tres cuadras de la Comisaría Tercera. Los móviles tardaron más de 35 minutos en llegar.

Este caso y el de la señora Hilda, que relató su odisea en la radio el jueves pasado, no figuran en la crónica diaria. En ambos no hubo denuncia ni repercusión mediática ampliada. Hilda transitaba por San Luis hacia la intersección con Vieytes  cuando le cruzaron un auto -también un Bora- con el propósito de asaltarla. Hilda reaccionó como pudo, admite, y dio marcha atrás, escapando, con la suerte de que ni le dispararon ni la siguieron.

En esta semana, la novedad oficial la dio la DDI local, que volteó un alijo de 165 kilogramos de cocaína ingresado en Mar del Plata por Juan Manuel Mariscal, de 60 años, de quien se dice poseedor de un “frondoso prontuario”.

El tema carcelario es un asterisco no menor en el complejo problema de la seguridad urbana. El Centro de (no) Contención de Menores de Batán no es motivo de interés para las autoridades. A nivel político, el único dirigente que se animó a plantear la sinergia entre la cárcel, el Centro y la delincuencia local, con proverbial claridad, ha sido Vilma Baragiola, quien pidió concretamente que se evalúe el traslado de las unidades penitenciarias. Por supuesto, rápidamente los voceros del sector “garanticida” le saltaron a la yugular, le dijeron de todo menos linda, mientras el resto de la comunidad política, cobardemente, elige mirar para otro lado. Y la ronda fatal sigue.

El pasado fin de semana se realizó en nuestra ciudad un encuentro en el que se hizo presente José María Beltrame, responsable del programa de pacificación de las favelas en Río de Janeiro. Lejos de las palabras de ocasión, aquí se ocuparon bien de callar que el expertise de Beltrame es inteligencia estratégica. Algo que por aquí no abunda, y necesitamos con tanta desesperación que se nos provea.