Como si de tomar sopa de prepo todo el tiempo se tratase, el intendente Gustavo Arnaldo Pulti hizo públicos los cambios en su gabinete. Sigue la misma senda, con gente que ha probado sobradamente que no está a la altura de lo que esta comunidad con 800.000 habitantes y una complejidad social en casos extrema requiere, para resolver sus acuciantes desafíos.
Pulti sigue engordando la planta de personal, e incorpora a socios de ruta que babean ante la sola posibilidad de ingresar al olimpo de salarios públicos totalmente desproporcionados que perciben rigurosamente cada mes, en una fiesta que deben creer interminable.
Hay rotaciones, claro: Martín Aiello queda al frente de Acción Social, ya que se fue la buena para nada de Alejandra Urdampilleta. Alejandro Cristaldi asciende formalmente al peldaño que ya poseía, el de secretario de Salud. Lo de Marcelo Artime es todo un caso: ahora estará en el ENOSUR, abandonando Gobierno, que queda en manos de un técnico sin aspiraciones políticas, Pablo García, quien ya había pasado por el área sin nota de fuste para citar.
La designación del Adrián Alveolite al frente de la Secretaría de Seguridad era un número tan cantado, que si fuera potrillo, los dividendos que hubiera pagado no cubrirían el pienso que cuesta alimentarlo. También hay dos designaciones llamativas: las de Blas Taladrid y Mario Puche. El primero, comerciante de corbatas y ambos de medio pelo; el otro, “luchador popular” guevarista, ex crítico de GAP y ahora funcionario a cargo del control del presupuesto participativo. El estimado es que Pulti lleva nombrados ya 175 funcionarios de planta política, de los cuales la población no registra ninguno que pueda considerarse funcional a los intereses de la comunidad.
Tal como señalé en mi columna anterior, la barbarie estaba a las puertas de la ciudad, o por mejor decir, en las entrañas de nuestra propia comunidad. A la referencia efectuada por Miguel Calvete, de la CASRECH, quien representa los negocios chinos en Mar del Plata, Paula Urcioli, ratificó en la 99.9 que había efectuado el planteo ante la UCIP, requiriendo de esta institución patronal un comportamiento ante la emergencia, pero no obtuvo ningún beneficio. Es un hecho que Raúl Lamacchia percibe beneficios de su relación con el Intendente, y que esos beneficios no están en línea con el interés y el bien común.
La duplicación de cargos y funciones que supone la incorporación de Taladrid -a su cargo tendrá una dependencia de comercio e industria creada sólo para engordar el presupuesto inútilmente, puesto que ya existe para los mismos fines la Secretaría de la Producción, a cargo de Mariano Pérez Rojas- sólo se explica por intereses que no son los de la comunidad. Es un uso espurio del dinero público, nada más. Nada menos, también.
A días de estos acontecimientos, la comuna no da respuestas a los perjudicados. Hay un debate al respecto de si hay o no cobertura de seguro para los damnificados. Desde Allianz Argentina manifestaron que no hay cobertura ante hechos como los acaecidos en Mar del Plata. Por su parte, Carlos Parodi, de la Asociación de Seguros de la ciudad, aseveró que “las pólizas de incendio prevén entre las coberturas adicionales el vandalismo, tumulto y huelga, la malevolencia individual. Este tipo de hechos pueden estar encuadrados dentro de lo que ocurrió en la ciudad y estar cubiertos. Las grandes compañías tienen todas la cobertura”. Si no fuera del tal modo, el Estado debería actuar consistentemente para apañar al ciudadano. Y es ya bine público y notorio que no lo está haciendo.