El último tren a la prosperidad

En la campaña presidencial de 1989, Eduardo César Angeloz prometía lápiz rojo para los gastos del Estado y aferrarse al pasamano del último tren a la prosperidad. Lo hacía en medio del caos económico previo a la híper inflación que se desató más tarde ese año. Una vez más, como en el día de la marmota, el país se escuece por las altas marcas térmicas, y la irracionalidad digerencial.