Es impunidad
No es un parecer; no se trata de que alguien maledicente habla por hablar: hay impunidad en la Argentina. Y Mar del Plata puede exhibir claramente ejemplos evidentes de ello.
Columna de tapa, escrita por el periodista José Luis Jacobo
No es un parecer; no se trata de que alguien maledicente habla por hablar: hay impunidad en la Argentina. Y Mar del Plata puede exhibir claramente ejemplos evidentes de ello.
Desde que arribó al despacho comunal, fruto de los errores políticos y de la mayor torpeza imaginable por parte de quien detentara la anterior conducción de la ciudad, Gustavo Arnaldo Pulti hizo de anunciar, la esencia de su presencia en el Ejecutivo comunal.
Esta vez no quedarán dudas: la temporada alta, así denominado el período enero/febrero/marzo, ya no existe. Esta vez no hay excusas. El sector que nuclea a los propietarios de teatros es claro al respecto: “Es un fracaso; hay que revisar los números, pero el que diga que le fue bien, miente”.
El tipo me mira y suelta: “¿Sabés qué?; yo estoy como los presos: cuento los días que faltan para que pasen estos diecisiete meses y se termine esta historia”. La historia a la que hace referencia es la de esta Mar del Plata sumida en la vergüenza cotidiana que implica el saqueo de los recursos públicos que a diario perpetran Gustavo Arnaldo Pulti y sus accionistas marplatenses.
Florencio Aldrey Iglesias está muy venido abajo. Evolutivamente hablando, transita un tiempo que hace evidente su decrepitud. En la pasada Fiesta Nacional del Mar, autoridades presentes se asombraron al ver al gobernador Daniel Scioli alentándolo, al batir de palmas, “vamos Florencio; arriba, arriba Florencio ese ánimo!”. Pequeñín -más aún-, encorvado, y por largos momentos muy, muy ausente. Se ha caído el pelo, pero las mañas siguen ahí.
Escucho decir “no pasa nada; votamos y nada cambia. Nadie habla”. No es cierto: hay un escenario de cambio en la ciudad. No son muchos de los recién llegados al Concejo los que lo motorizan, pero es un escenario que al rodar tomará velocidad, y se llevará por delante la pacífica imagen que a diario, mediante el sistema de medios de corte y pegue de gacetillas oficiales, el poder pretende sostener para anestesiar a la sociedad.