La exclusión de Carlos Fernando Arroyo de la PASO de Cambiemos es un capricho político y personal de María Eugenia Vidal que coloca en zona de peligro la candidatura de Guillermo Montenegro en la lid contra Vilma Baragiola.
Ya hay conversaciones y acuerdos para la PASO local que bien pueden llevar votos (¿cientos, miles?) que ahora están libres y sin compromiso a Baragiola. La voz que corre regurgita revancha: “que el de San Isidro no meta un concejal”. Hay antecedentes en nuestra comunidad al respecto.
Lo de Arroyo en la PASO era, en todo caso, legitimar una derrota o aceptar democráticamente una victoria. Esta situación ahora no se dará por el capricho de la gobernadora, que actúa como si General Pueyrredón fuera una comarca que puede conceder al que ella desee. Así las cosas, en las tribus radicales impera la idea de que están solos ante la maquinaria que la provincia despliega a favor del delfín al que buscan —ahora misionando la calle— travestir de “marplatense”.
La defección de Sergio Masa trajo un rio de lágrimas en el Frente Renovador, que quedo huérfano de liderazgo. Esto dejó en manos poco expertas la negociación con La Campora para el armado de listas. Esa situación ha dejado a actores del sistema político en posición de mover voluntades tanto en La PASO como en Octubre, por fuera del juego.
Esta semana, el consultor Sergio Berenstein afirmo que la gobernadora lidera la intención de voto seis puntos por arriba de Axel Kicillof. En la misma muestra, Berenstein sostiene la cantinela del daño que el presidente de la nación le hace a la figura de la gobernadora, empujando su chance hacia abajo.
Lo que la política sabe es que Vidal ha hecho daño en los distritos con su actitud de sesgar o abrir la competencia a capricho, como ocurre en Tandil. No es Macri. Es el manejo clientelar y caprichoso que se trata de vender como si fuera un fruto probo de la praxis política.
Para algunos es el final. Es el caso de Juan Aicega y su grupo, que quedó afuera de todo. El diputado nacional pujó hasta último momento por ubicar a Marcelo Lobbosco en el primer lugar de la lista de Baragiola, pero no pudo ser. Aicega daba credenciales PRO perfectas: es un amigo de Mauricio Macri con acceso al quincho de Chapadmalal. Sin embargo su grupo —chico, ciertamente— no logró cuajar en la disputa política, y su vinculación con Emilio Monzó liquidó la relación con Vidal.
Se vienen semanas intensas. Si algo falta para complicar la vida política local, es la presión de los grupos piqueteros apañados por la justicia de Mar del Plata a los que se suma la explicita sociedad del gremio que nuclea a los municipales.
Este viernes, en uso de la banca 25, algunos docentes municipales leyeron un texto donde el intendente Arroyo, en 2014, se expresaba en términos favorables a su reclamo, y que se contradice con lo que hoy ejecuta como intendente. Para hacerlo simple, diría Borges: “el que no cambia es un idiota”.