Un escenario singular

tap940
La elección de octubre a nivel local presenta un escenario singular. Se vota a intendente, pero no es sólo eso: se vota para dar por finalizado un modelo de gestión que ha traicionado el voto popular
sistemáticamente.

Desde que Blas Aurelio Primo Aprile decidió bajar el proyecto de entrega del Estadio Mundialista a la Liga Marplatense de Fútbol -corría 1994- por las presiones del diario La Capital, al rechazo popular a denominar “Paseo Aldrey” al nuevo shopping, han pasado exactamente 21 años. La decisión de bajar el proyecto que le hubiera dado a Mar del Plata el primer estadio techado al sur del Río Bravo, y convertido la plaza en un primus inter pares para espectáculos de jerarquía a nivel nacional, fue tomada por quien era en ese momento concejal de la UCR e inminente intendente a raíz de un pequeño artículo de no más de 200 líneas, ilustrado con una caricatura de su persona que se preguntaba: “¿Corrupción en el Concejo?”. Esa minucia provocó que Aprile reculara en chancletas. Interrogado por quien estas líneas escribe al respecto, contestó: “A nadie le gusta salir mal en la tapa de los diarios”.
Fue una epifanía para Florencio Aldrey Iglesias saber que podía, con un título y un desarrollo algo confuso de los hechos, someter a los dirigentes de la ciudad a su antojo. De allí en más, en esos años se vivieron episodios bochornosos de diversa índole que fuimos reflejando, hasta la mismísima renuncia de Aprile, que, aupado por el diario, no resistió la presión del marasmo económico del país y partió para nunca más volver a la política.
Víctor Daniel Katz Jora la va de guapo en quinchos y charlas de café sobre la naturaleza de su relación con el brigantino irascible. Intramuros no era tan guapo, ni tan firme. Si no fuera por su capitis deminutio frente a Aldrey, hoy Mar del Plata tendría una terminal de pasajeros multimodal frente al aeropuerto, que hubiera supuesto una inversión inicial de 11 millones de dólares, y hubiera cambiado positivamente el paisaje urbano. Katz Jora no soportó tampoco la presión de Aldrey, y capituló de igual modo que su predecesor.
Al presentarse el proyecto de César Pelli para la ex estación terminal, señalé a los actores de la iniciativa que si no sacaban el proyecto a la calle y exigían una consulta popular, en la soledad de los espacios íntimos del poder, Aldrey sometería a los políticos, en particular al intendente Pulti, para quedarse con el sitio y la idea. Lo expresé en la 99.9 y aquí, reiteradamente. Los acontecimientos actuales me asisten y confirman el peor pronóstico.
Hoy, Carlos Fernando Arroyo cuestionado, denostado, vituperado por La Capital y la cadena de corte y pegue de medios digitales que dirige el propio Intendente, afirma que el nuevo shopping no se llamará “Paseo Aldrey” sencillamente porque la ley no lo permite, y propone llamarlo René Favaloro o Arturo Illia. Un nombre, una denominación: cualquiera diría que es apenas un detalle, pero a la luz de la propia historia marplatense, se vuelve un tópico esencial a debatir por la comunidad. No es algo formal, es esencial, y marcará, luego de octubre, el compás con el que se moverá la política de la ciudad.