Una historieta menor

Fue la comidilla de cafés y redes sociales. Gustavo Arnaldo Pulti, intendente de Mar del Plata, sostuvo: “Hace mucho tiempo que Florencio es sinónimo de ponerse de acuerdo, de encuentro, de diálogo, y quiero agradecerle el esfuerzo que hace y la voluntad de tiene”. Una frase impactante, lisonjera, destinada a quien finca como señor de la gleba en esta urbe extendida con espíritu de aldea del medioevo. Tristísimo pero esperable: ¿qué otra conducta puede tener el máximo representante de la traición democrática que expresa la dirigencia política de la ciudad, que se deja mandonear por Florencio Aldrey Iglesias al ritmo de sus caprichos o intereses?
Pulti expreso éste y otros conceptos en ocasión del inicio de la celebración de un nuevo aniversario del diario La Capital, que allá en el tiempo fue un medio que signaba con sus sí y sus no la vida pública de la comunidad. Hace 25 años, al iniciar el camino periodístico en la 99.9 y en este medio, ayer gráfico, hoy digital, apunté que el rol de este medio era romper el cerco informativo. Objetivo logrado. Veinticinco años atrás, nombrar de un modo que no fuera genuflexo o simplemente halagador a Florencio Aldrey Iglesias era, cuando menos, una imprudencia. En cada ocasión que el medio expresó los manejos del “galleguito emprendedor”, alguien invariablemente preguntaba: “¿notenés miedo?”; o el todavía más gallina“¿y si te hace algo…?”. Aun aquellos que eran echados con frialdad siberiana del falso Olimpo coruñés, solían pasar por nuestra redacción o estudios a relatar sus miserias, no sin antes aclarar “contalo vos, yo no puedo”, cobardía ramplona y asqueante que hoy cuando menos tiene el castigo de la caída a niveles de venta de gacetilla escolar del medio que supo ser “el diario de la ciudad”.
De todos modos y aun así, los integrantes del universo de la manzana de las sombras (San Martín/Yrigoyen/ Luro/La Rioja) se apiñan junto a empresarios desesperados por tener acceso al nada santo Grial que abra las puertas de negocios en la órbita del poder. De eso habla Pulti cuando señala aquello de lo que es sinónimo Florencio: ponerse de acuerdo es establecer condiciones para llevar adelante un negocio que de otra manera no prosperaría en Mar del Plata. Esos acuerdos son como mínimo un modo irregular de hacer negocios, ablandando funcionarios en la firma de expedientes, habilitando caminos de pago non sanctos en materia de arreglos para burlar ordenanzas municipales. Entonces, lo imposible se vuelve posible.
Uno de los presentes en el almuerzo de inicio de las celebraciones es un empresario multi task que suele decir: “es cil: cargale a tus costos el quince por ciento, arreglás con el gremio, el gremio cierra con Florencio, y vos lo incluís todo en el precio”. Sencillo, corrupto y habitual.
Ciento diez años que hoy expresan oprobio y distancia de la sociedad. Distancia que queda expresada en redes sociales y en el día a día en el repudio que genera la pretensión fantasiosa del acuerdista Florencio para que se dé al nuevo complejo comercial ubicado en la vieja terminal su nombre, un auto homenaje en vida que debiera repugnar visible y vívidamente a esta dirigencia tibia que critica en privado, calla en público y se humilla sin decoro alguno.