Una PASO, muchas lecciones

El pasado 13 de agosto hubo un solo ganador: Patricia Bullrich, que le ganó la contienda electoral a Horacio Rodríguez Larreta y al aparato político montado con dinero público más ostentoso en décadas en la Argentina. Cita al margen: Massa también se impuso sobre Grabois, pero eso es sólo calderilla.

Javier Milei no le ganó a nadie, ni tampoco lo hizo Carolina Píparo. Obtuvieron un buen nivel de reconocimiento en la urna, que es otra cosa, que sí amerita un análisis. El daño que le ha hecho el jefe de gobierno de CABA a JxC y al país con su obcecación en auto percibirse líder, es enorme. De él debería estar hablándose entre quienes analizan lo ocurrido. Y, obvio es, de Patricia Bullrich.

A Javier Milei literalmente lo saqué del aire en la FM 99.9 en 2018 cuando, ante mis preguntas al respecto de declaraciones suyas en el contexto de un reportaje, me empezó a gritar, buscando amedrentarme como lo ha hecho con gran parte de los periodistas, a excepción de aquellos que participaban activamente en la creación de la colectora financiada por Eduardo Eurnekian, asociada claramente con los intereses políticos de Sergio Massa.

El diletante líder de La Libertad Avanza obtuvo una masa de votos muy por encima de lo estimado en un tercio que no replicaba en ninguna parte del país de forma masiva. ¿Quiere decir eso que no va a ser electo? A diferencia de otros, no me siento un augur. Si Inglaterra eligió a Boris Johnson, que los arrastró al Brexit dejando a ese país postrado como lo ha hecho, si Chile después de ser arrastrado a la barbarie por la izquierda por el aumento de la tarifa de subte votó a Boric —y hoy cuentan los días como los presos para que llegue la votación y poder sacarlo de una vez—, y si Colombia votó a Petro, hoy claramente financiado por el narcotráfico, debe ser que todo es posible. Lo cual, no significa que vaya a ocurrir.

Todo está por reescribirse. En tanto, los mismos que fueron derrotados por el voto de la gente pretenden escribir el segundo capítulo de esta historia: luego de una reunión promovida por Bullrich y graficada con la foto de las dos fórmulas —la ganadora, Bullrich-Petri, y la derrotada, Larrenta-Morales— se leyó en el diario La Nación: «Horacio salió decepcionado de la reunión, creyó que Patricia tendría un planteo de acción y campaña».

No es increíble: es perverso. ¿Cómo va a decir Larrenta qué era lo que él esperaba? Fue derrotado por el voto de la gente. Su única función en esta circunstancia es decir: «aquí estoy, para ser útil en la búsqueda de la victoria». Otro que ha demostrado quién es, es Diego Santilli, que va por la miserable idea de da vuelta la elección en el conteo de los votos, de lo que, estadísticamente, tiene CERO chances. Su affectio societatis está vinculado a ser el electo, no a pertenecer y a ser en función de proyecto y de equipo. Está claro que no se puede contar con ellos.

En lo local, el varapalo que recibieron Montenegro, Giri, y sus grupos de pertenencia merece un largo análisis en donde queda claro que la falta de gestión, se traduce en votos. Votos, que se fueron a otras opciones. Rescatarlos, requerirá de militancia y gestión. Tremendo desafío.