Solamente tres de cada diez directores de escuelas bonaerenses son titulares

En La Plata, el 20%. Lo dice un estudio del Observatorio de Calidad Educativa. Esa situación de precariedad se completa con “falta de capacitación específica, salarios no acordes al cargo y tergiversación de funciones”.

Solamente tres de cada diez directores y directoras de escuelas bonaerenses son titulares. Esa relación baja a dos de cada diez en nuestra ciudad. En ese contexto de precariedad laboral, tienen 35 funciones pedagógicas, 20 funciones administrativas y 10 funciones socioeducativas o comunitarias. Así, el reglamento general de las instituciones educativas de la Provincia los pone a la cabeza de un imaginario “ranking de funciones” en Sudamérica. ¿Existe al menos una contrapartida en capacitación y a nivel de los ingresos? No. En otras palabras, quienes deberían ser pilares del sistema, se encuentran en medio de una triple precariedad: institucional, laboral y salarial.
En octubre de 2017, el Observatorio de Calidad Educativa de la provincia de Buenos Aires inició un trabajo para saber “cómo llegan al cargo, cómo trabajan, qué capacitación tienen, cuánto ganan” los directores. La investigación, titulada “Directores, un actor clave en la transformación del sistema”, partió de la premisa de que son “una de las piezas más relevantes del sistema educativo pero, a su vez, una de las más ignoradas”.
“Es habitual escuchar la palabra de los docentes, los alumnos, algo menos la de las familias; sin embargo, paradójicamente, los grandes ausente en los debates sobre las escuelas son quienes las dirigen”, indica el informe en su introducción.
El trabajo tiene el objetivo de entrevistar a 70 directores de escuelas públicas de todos los niveles y de una serie de colegios parroquiales, que, de algún modo, son los más cercanos en tipo de población a los estatales. Hoy se presenta un anticipo con las primeras conclusiones, producto de 40 entrevistas en profundidad -de una hora y media promedio cada una- efectuadas en el ámbito de La Plata por cuatro investigadores del Observatorio.
“En líneas generales nos encontramos con directores precarizados, sobrepasados por tareas que no tienen que ver con lo estrictamente pedagógico, y subordinados dentro del esquema jerárquico del sistema educativo (con escasa autonomía, entre otras cosas). No obstante, ese sistema funciona mejor de lo que debería gracias a que se trata de gente con mucha vocación. Pero, ¿hasta cuándo se puede seguir así? Hay un desperdicio imperdonable de recursos humanos”, puntualizó el director del Observatorio de Calidad Educativa, Luciano Sanguinetti, quien lleva adelante el estudio junto con Guillermina Díaz, Lucía Turco y Mariana Sanguinetti.

¿PLANIFICAR?

El informe preliminar destaca: “Cuando se constató la situación de precariedad laboral de los directivos de escuelas, que deja en evidencia que el sistema educativo está sostenido por funcionarios que pueden no seguir en el establecimiento de un año para otro (55% son provisionales, 25% suplentes y 20% titulares), se observó, en consecuencia, la dificultad para pensar y planificar a largo plazo. Es muy difícil que el compromiso con la dirección de la escuela se tome con un funcionario que no sabe si continuará en la misma, que no puede pensar su trabajo a futuro, y menos aún establecer un vinculo permanente con las familias y los estudiantes”.
Esos números, que a nivel provincial dicen que los directores titulares apenas rozan el 30%, hablan de la “debilidad del sistema”.
¿Cómo llegan al cargo? “Tal como lo establece el artículo 76 del Estatuto Docente, a la dirección de establecimientos de gestión pública se accede ‘por concurso de títulos, antecedentes y oposición’. Es decir que deben pasar por dos etapas. La primera es la revisión de antecedentes, por la cual reciben un puntaje en base a su antigüedad, trayectoria, formación y capacitación. La Junta de Clasificación es la encargada de revisar los antecedentes de los aspirantes y armar un orden de mérito en base a las calificaciones que estos reciben. La segunda etapa, las pruebas de oposición, consiste (con algunas variantes) en la presentación de un proyecto y su defensa oral ante el jurado (que se conforma exclusivamente para cada concurso)”.
Si bien primero hay que trabajar para que todas las escuelas tengan directores titulares, una vez logrado eso aparecería un punto cuestionable. “El cargo de director no es a término. (Quien) accede al mismo en carácter de titular lo hace por tiempo indefinido (…) Además, a diferencia de otros países latinoamericanos (ver gráfico) no hay establecida ninguna instancia de revalidación cada equis años, como ocurre, por caso, en la Universidad”, apuntan los investigadores.

MULTIFUNCIÓN

¿Cómo trabajan? Mal. El informe enfatiza que “si bien en el reglamento priman las funciones pedagógicas, todos los directivos entrevistados expresaron que las cuestiones administrativas, edilicias y las vinculadas al servicio alimentario escolar se llevan gran parte del tiempo de trabajo. Y cuando se les preguntó cómo definirían la función de un director, muchos respondieron ‘es un gestor’ (de problemas)”.
“Cuando Ana asumió como directora (en una primaria parroquial de La Plata) pasó de trabajar como maestra de grado con 30 alumnos a hacerlo con 554 alumnos ‘y 554 familias’, aclaró. Comentó que lo más complejo es la relación con los padres, pues es muy común que cuestionen la autoridad del docente y del propio directivo. Su colega Marcela, en tanto, dijo que ‘el rol de director fue mutando, ahora es más abarcativo, tenés que abrir las puertas a la comunidad mucho más y atender problemas sociales (…) Cuando las familias tienen algún conflicto interno, como puede ser la separación de los padres, antes de ir a la justicia vienen a la escuela’”, ejemplificó.
En este marco, ¿existen ofertas de capacitación continua y específica, así como de actualización para quienes llevan adelante el gobierno de las escuelas? “Los directores consultados -tanto de centros de gestión pública como privada- coincidieron en que falta una capacitación formal, sistematizada y específica para directores por parte de la autoridad competente. Muchos recurren a propuestas públicas o privadas de capacitación, pero no obligatorias”.

BOLSILLOS CON AGUJEROS

No saben si mañana estarán en el cargo, no tienen capacitación específica y permanente de calidad, atienden más problemáticas sociales y edilicias que pedagógicas, no tienen injerencia a la hora de armar su plantel docente (es más, muchas suplencias se cubren con “chicas que aún no han terminado sus estudios”). Entonces, ¿cobran bien? Una directora de primera con 7 a 9 años de antigüedad y 20 secciones a cargo (con mucha suerte, 600 alumnos) percibe $4.916 más que una maestra de grado con igual antigüedad. En secundaria, por ejemplo, un director de primera con 24 años de antigüedad y más de un turno apenas supera por $1.214 a un profesor con 30 horas cátedra y (también) la máxima antigüedad.
“Muchas veces los directores manifiestan estar solos frente a tantas dificultades. Arrojados por el Estado a una suerte de cruzada. Una cruzada en la que no está ajena la reconfiguración de las autoridades en todas las instituciones, su deslegitimación y su crisis (…) Nadie sabe más de la escuela que sus directores y es imposible pensar en la reconstrucción de la educación sin su compromiso”, finaliza la primera parte del estudio.