La carta y el devenir democrático republicano

Es un dato de la realidad: nadie sabe a ciencia cierta quién es María Eugenia Vidal más allá del acting que en público representa su ser social. Nació a la política desde el grupo Sophia liderado por el actual jefe de gobierno de CABA Horacio Rodríguez Larreta. De su mano fue escalando posiciones hasta que el presidente Mauricio Macri la elevó a vicejefa de gobierno metropolitano. De ahí en más, su figuración publica en ascenso y el triunfo electoral ante Aníbal Fernández la consagró al Olimpo de los elegidos en la política argentina.

Es un interrogante válido preguntarse quién es en verdad la gobernadora que en su gabinete no empodera a las mujeres. No hay una sola fémina en el mismo: se muestra sólo con un grupo minúsculo de secretarios elevados al falso rango de ministros, destacando Mariano Mohadeb —de íntima relación con Aldrey Iglesias—, Fabián Perechodnik , y Alejandro Gómez —quien, desde Cultura, maneja un presupuesto público que está enfocado en acciones con el grupo Clarín por medio del canal TN—. Nadie de peso destaca, y hay un control tan férreo de qué se dice, dónde y cuándo, que los ministros son ignorados sistemáticamente por la población en general.

María Eugenia Vidal exhibe una obsesión por Mar del Plata. Ha hecho de “diferenciarse” del intendente Carlos Fernando Arroyo su casus belli y no pierde ocasión de expresarlo; no de modo directo, si con gestos. Por caso, nunca ha concurrido al despacho del intendente. Su equipo de protocolo jamás coordina con la municipalidad su presencia en lugar o evento alguno. Su malestar ante el trato amable y cordial que el presidente Mauricio Macri le brindó al intendente en su última visita fue más que evidente.

Quizá ese fastidio sea la razón de la destemplada carta que le dirigió al intendente en referencia a la tasa que deben tributar los teatristas por el uso publicitario de las carteleras ubicadas en cada sala. La misiva —extensa en auto-elogios con respecto al uso del dinero público en la presente temporada— señala: “Frente a esta situación y teniendo en cuenta el esfuerzo que venimos haciendo, le solicito se abstenga de implementar medidas que atenten contra el normal desarrollo de la actividad teatral y arbitre los medios para mantener la situación tributaria que el sector teatral ha tenido históricamente”.

En un mundo en cambio, y con el alto recorte de partidas que supone el presupuesto 2019 en la provincia, la responsabilidad del administrador es cobrar y percibir lo necesario para garantizar el funcionamiento del sistema público que en Mar del Plata tiene una amplitud única. El municipio es prestador de servicios de salud y educación al nivel de una provincia chica de Argentina.

El verdadero tema de la carta, evidenciado en su léxico y la exigencia propia de un mandamás —y no de un mandatario electo— no es si el monto a percibir es significativo o no en términos de la recaudación global: la autentica cuestión es la relación política en democracia en donde todos los ciudadanos somos iguales y el funcionario es un servidor de lo público. El goce ramplón por el modo y la forma de la carta de Vidal revela el escaso valor republicano de muchos de los actores políticos y sociales de la ciudad.